Sin embargo, la medida no sería fácil de controlar en su ejecución y lo más probable fuera que el arranque no se llevara a cabo en gran parte del Imperio. El cultivo de la vid era, como el trigo, de incuestionable razones económicas, sociales y religiosas. El consumo de vino en la sociedad romana alcanzaba en tiempos de Catón hasta a los esclavos e incluso se establecía reglas de conversión del valor de un esclavo según la consumición de vino. En el Imperio Romano, solo las mujeres tenían prohibido el vino.
Sin embargo, en la edad dorada del Imperio el vino se transformó no en una bebida mas sino en un alimento que llegaba a todos los estratos sociales, desde la clase alta hasta el esclavo, teniéndose regulado su consumo de acuerdo a esta escala, en la que se tenía en cuenta incluso su calidad. El vino de menor calidad era regalado por miembros de la clase alta para consumo de clases inferiores en fiestas populares.
A este consumo, sin embargo, obligó la adopción de otro régimen de comida, pasando de la dieta húmeda o blanda (harina de avena o granos de arena con leche y agua) a una dura en la que sobresalía el pan de trigo. Esto, como se puede comprender, establecía un círculo vicioso: a mayor consumo de harina, mayor consumo de vino. Al necesitar más vino para Roma y el Imperio, se agrandaba el viñedo, pero debía también agrandarse el cultivo de trigo, compitiendo con el viñedo. Con el transcurrir de siglos, esta nueva dieta se complementó con otros productos: el olivo y el nogal. Nacía así la Dieta Mediterránea, a la que se le integrarían otros productos, que sustentaría la alimentación de la futura Europa.
Esta situación del cambio de dieta comenzó a darse ya en el siglo II a. de Cristo. En el siglo I d. de Cristo, la situación hizo que Domiciano tomara la decisión de reemplazar los cultivos, ordenando el arranque de viñedos.
Sin embargo, no todos acataron la orden del Emperador y esta dicotomía entre cultivos se fue emparejando empíricamente por regiones.
Ilustración: Cornelis de Vos – Edad Media – pareciera haberse inspirado en esta época para pintar su famosa obra El Triunfo de Baco, actualmente en el Museo del Prado (Madrid).